domingo, 4 de septiembre de 2011

ESCAPE

Han sido días tumultuosos los de fines de agosto. Se nos acercó Emily, la que provocó todo el circo mediático y político-buscón puertorricensis para que al final, la Emily pasara de largo sin apenas rozar nuestro país. Tal vez por el bochornoso espectáculo montado en aquel momento, la prensa y los políticos fueron más cautelosos con Irene. Entonces, se les fue la mano con la prudencia y cayeron en la irresponsabilidad al avisar al país de la amenaza que se nos venía encima en apenas 24 horas y más aún siendo un fin de semana.

Las primeras ráfagas y lluvias de la tormenta cogieron a medio país en la calle, de compras para tener suministros necesarios en estos casos donde lo peor viene después de la tormenta y no es precisamente la calma. Así fue. Las lluvias torrenciales luego de que Irene entrara por el este y saliera por el norte del país, fue lo que nos hundió en una realidad, que este país en el que vivo se niega a ver y no hay peor ciego. Las lluvias mostraron de la forma más cruda, el abandono en el que tienen la infraestructura del país los políticos de ahora y los de antes; decenas de comunidades inundadas por la salida de cauce de ríos cercanos; medio país sin luz, sin agua; agencias publicas estatales y municipales improvisando, sin planes de emergencia o contigencia; un caos total que se extendió por poco más de una semana, por causa de unos simples vientos y lluvias fuertes a las que debiéramos estar habituados y preparados para ellas por ser un país tropical. Todo ello activó mis dolamas a 10+. El insomnio se instaló en mi cuerpo y el estrés desbordó mis niveles de ansiedad y rabia.

Tal vez es que estoy vieja o soy de la escuela de antaño y me indigno ante la incompetencia de las agencias gubernamentales, la apatía de la sociedad y el vacilón con el que la mayor parte del país resuelve los conflictos. Me harta el escuchar de parte de los representantes de los gobiernos de turno que debemos tener paciencia, pero ¿cómo no me la tienen a mí cuando me atraso en el pago de servicios básicos? ¿cómo pretenden que nos creamos el cuento de que somos parte del primer mundo, únicos en el Caribe por ello y cuando llegan estos eventos la realidad es completamente tercermundista? Para colmo, si me indigno, se me considera “problemática” “rebelde” “izquierdosa”, porque los colonizados no tenemos derecho a la indignación. Hasta de eso se nos priva.

La fibromialgia, el cansancio crónico y todas sus sintomatologías se revolvieron durante una semana. En mi caso, definitivamente, el estrés es uno de mis peores enemigos. Me dolía el cuerpo y también el alma al ver a las personas perderlo todo, particularmente en las comunidades más pobres del país. Me sentía sumamente cansada, por la falta de sueño y por la sensación de impotencia ante tanto sufrimiento ajeno con el que me identificaba. La sensación de asfixia y depresión se instaló esos días en mi cuerpo. Entonces reflexioné sobre los aprendizajes obtenidos de esta experiencia. Llegué a la conclusión de que debo tener mi dinerito ahorrado para casos como éstos. Con ello, cuando llegue un evento de la naturaleza que pueda descojonar a este país, me sacaré un pasaje para cualquier otra islita caribeña, de esas a las que muchos boricuas consideran tercermundista y a la que no haya afectado el mismo evento. Allí me cogeré unos días de vacaciones de la “locura tropical” que nos sumerge a todos mis compueblanos y a mi en el abatimiento colectivo que provoca el “embate” de la politiquería y de las malas administraciones públicas.

No es el fenomeno natural lo que más nos afecta, es la falta de buena gobernanza para prevenir y minimizar el impacto de estos eventos naturales que forman parte de nuestra historia y vida como pais. Al diablo con eso de que Puerto Rico es un pais bendecido porque las tormentas no llegan. Aprendamos a levantarnos, a quitarnos la venda de los ojos y a exigirle a los gobernantes que elegimos cada 4 años que atiendan los problemas que se vienen arrastrando por décadas a causa de ignorarlos como si no existieran. No esperemos a que llegue el próximo evento para decidir qué hacemos. Empecemos desde ya. Es mi deseo quijotesco, es mi quimera.

Mientras y sin embargo, por mi salud física y mental, aunque con pesar, tengo que “escapar”. Me resisto a tener la “paciencia” que me piden los que tienen todos sus servicios básicos cubiertos por estar “bien conectados” o por tener el dinero para tener sus plantas eléctricas individuales y sus cisternas de 100,000 galones de agua. A esos, poco le importa lo que les pase a los pobres de este pais. A mí me sale más económico “escaparme” que comprarme una planta eléctrica o una cisterna. Cuando los "acomodados" se atrevan a pedirme paciencia, les diré "¡a la paciencia…que le den! y a los que me la piden ¡TAMBIEN!

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