EN NOCHES COMO ÉSTA

Llevo tres noches en que el insomnio es mi compañero de cama. No hay forma de hacer que Morfeo me visite. Ni con los medicamentos recetados. Si logro dormir algo, duermo mal, con pesadillas, despierto continuamente, doy mil vueltas en la cama, ufffff, es desastroso. Solo pienso en que la noche acabe pronto. Miro el reloj. Veo pasar las horas. De sueño, nada. Al momento en el que pongo la cabeza sobre la almohada, se activa mi cerebro y recuerdo mil y una cosas. Cosas pendientes por hacer, cosas vividas, personas a las que hace mucho no veo o no sé de ellas, recuerdos de momentos pasados, recuerdo de familiares, en fin, que por mi mente pasa un desfile o caravana sin fin. Llega el momento en el que me agobio de tantos recuerdos o situaciones que me llegan al pensamiento. Intento coger el sueño. Rezo, hago las letanías, nada.

Me levanto y camino por la casa. Mi cuerpo está cansado. Tengo sueño. ¡QUIERO DORMIR! Intento ver algo en la TV pero no logro concentrarme. Busco un libro y comienzo a leer pero no retengo una sola oración de lo que he leído. Me siento frustrada. Me levanto. Voy a la cocina, tomo un poco de agua y vuelvo a la cama. Pasan los minutos, se hacen horas. Dormito pero no duermo. Al llegar la madrugada, el mismo cansancio físico y mental por el esfuerzo realizado tratando de dormir, me vence. Logro mal dormir un par de horas.

Me levanto más cansada de lo que me acosté. En ocasiones tengo dolor y cansancio, en otras es sólo este cansancio extenuante. En días como éstos, no logro ni vestir la cama. Apenas puedo prepararme una taza de té que es lo que suelo tomar al levantarme. No tengo ánimo ni fuerzas para hacer absolutamente nada. Me duele el usar el control remoto para cambiar los canales de la TV. No me logro concentrar. Son días en los que estoy –apestá- como dice mi hija menor. Paso el día en espera de que se acabe pronto y llegue la noche, a ver si puedo dormir algo. Paso la noche en espera del día para que se acabe pronto la oscuridad de la noche.

Las esperas se convierten en un patrón, en un círculo vicioso por causa de este episodio de insomnio, típico de la Fibromialgia. No es la primera vez que me pasa, aunque deseo con todas mis fuerzas que sea la última. En noches como ésta, es difícil que logre conciliar el sueño hasta dentro de un par de noches más. Vuelve el día y nada puedo hacer por estar agotada y adolorida, llega la noche y el cansancio con el dolor me impide dormir. No vale nada. Ni los medicamentos, ni los teces, ni los ejercicios o rituales para dormir que me han sugerido y que pongo en práctica. En noches como ésta, lo que me queda es esperar a que la crisis de insomnio pase. Esperar con calma o como sea, pero tan sólo me queda esperar. Eso sí es seguro, esta crisis PASARÁ.