…y yo sigo con mi propósito de enmienda: ¡PENSAR EN POSITIVO!!! ¡Uff! Cuando una se siente mal, cuánto
cuesta el pensar en positivo, ¡caray! De todos modos, vamos a continuar con el decálogo que empecé a utilizar como referencia para
mantener una actitud lo más afirmativa posible o al menos hablar de ello en mi
blog, siempre desde mi propia experiencia y perspectiva, aunque hoy estoy de cama por agotamiento sin haber hecho gran cosa. Asi es esto.
En fin, que a principios de mes comencé a
utilizar un decálogo que escribieron unos reumatólogos en España. El propósito del decálogo es que los
pacientes lo utilicemos y empecemos por aceptar y trabajar afirmativamente con lo que es una enfermedad crónica
como la Fibromialgia.
Los
primeros tres puntos del decálogo (y que ya comenté en mi artículo anterior)
son:
1. Aprenda a convivir con su dolor.
2. Controle sus emociones
3. Controle su estrés
1. Aprenda a convivir con su dolor.
2. Controle sus emociones
3. Controle su estrés
Me quedé en el cuarto punto del decálogo a modo de CUMPLIR CABALMENTE CON SU RECOMENDACIÓN:
Evite la fatiga. Así es que, habiendo
descansado un buen rato (horas, días, semanas), ahora continúo con el punto # 5: Haga ejercicio.
Este tema lo llevo fatal, pues mi fibromialgia tiene un componente de
fatiga crónica que me deja a cada rato de cama. De acuerdo al decálogo, el hacer ejercicio es importante para fortalecer los músculos, pues
aunque parezca contradictorio, mover la musculatura y el esqueleto, alivia el
dolor. Ayuda también a mejorar la calidad del sueño, aliviar la depresión y la
ansiedad. Sirve además, para combatir la fatiga
al una ir ganando resistencia. Según
el decálogo, aunque al inicio nos cueste
hacer ejercicio y resulte normal el que sintamos los músculos resentidos, luego, y a medida que progresemos con la ejercitación, el malestar ha de
disminuir. Confieso que yo aún NO he logrado establecer una rutina continua de
ejercicios. He intentado caminar por
10 o 15 minutos, día sí, día no, pero al par de semanas lo dejo. Lo más que logré hacer, fue estar unos cuatro
meses practicando acuaeróbicos dos veces
por semana. Lo cierto es que NO me sentí ni mejor, ni peor. Hace meses que no hago nada de nada en cuanto
a ejercicio se refiere y ahora que veo el tema, pues volveré a retomarlo. ¡El
verano es buen momento! (Qué excusa barata la mía, porque en mi país siempre es
verano). ¡NEXT!
6. Relaciónese con los demás – de
acuerdo con el decálogo, tendemos a “aislarnos”, cuando en realidad lo que
debemos es poder comunicarnos de forma más efectiva con los que nos rodean indicando
cómo nos sentimos, pidiendo ayuda si la necesitamos, en fin siendo más
asertivo/as. Lo cierto es que las personas a
nuestro alrededor SE CANSAN de oírnos decir lo cansada/os o adolorida/os que
estamos. He perdido amistades y familiares pues les ha costado entender mi
enfermedad. Al principio me dolían
esas pérdidas, sin embargo, con el tiempo aprendí que fue lo mejor que me pasó. Si alguien que decía quererme en “las buenas”,
no podía estar conmigo “en las malas”, pues mejor no tenerle en mi vida. Se quedaron las verdaderas amistades. ¡Mejor
pocas pero buenas!
Por mucho tiempo y para poder continuar con mi trabajo, callé lo adolorida y cansada que amanecía. Tuve la gran dicha de poder ajustar mi horario y lograr realizar mi labor en las horas en que mejor me sentía. Según fueron pasando los años y con el trastorno hormonal que me provocó la menopausia, tuve que dejar mi trabajo e incapacitarme. Fui bendecida porque por 11 años pude ir preparándome para cuando llegara ese momento, el de la incapacidad laboral. Esos años, fui saldando deudas, fui ajustando mi vida para vivir con menos y mantener una buena calidad de vida. Imaginaba que el día que NO pudiese continuar con mi labor llegaría y por ello, cuando pasó no sentí el estrés de la pérdida económica que supone la incapacidad. En mi caso, el ingreso se redujo a una tercera parte de lo que solía generar mientras trabajaba. ¡Eso es un montón!
Tuve además, la dicha de que a mi vida llegó quien hoy es mi esposo. El me conoció cuando ya yo padecía
Fibromialgia por lo que no conoció a quien era un "bólido de pura energía". Tal vez, fue mejor así. Pues imagino que para quienes me conocieron
antes, hoy pueden darse cuenta de lo que he cambiado, de que no soy una sombra de aquella que se levantaba antes de salir
el sol y se acostaba de madrugada. Aquella que criaba tres hijos sola,
mientras estudiaba y trabajaba. Aquella que recorría la isla completa
para hacer su labor. ¡Hoy con una hora
que conduzca, ya mi cuerpo pide descanso! Me resulta ya IMPOSIBLE imaginarme recorriendo la
isla como en aquellos tiempos. Mi
esposo ha ido aprendiendo de la Fibromialgia. Ha puesto empeño en ello. También
lo han hecho mis hijas, mi hijo y ahora enseñan a mis nietos a que sepan que
ABU NO puede hacer todo lo que ellos
quisieran que hiciese.
Tengo excelentes amistades que han perdurado en el tiempo.
Amistades que han ido viendo mi cambio a través del tiempo, pero donde ha
prevalecido la amistad aunque ya no pueda compartir con ellas como lo hacía
antes. Amigas y amigos que se han ocupado en aprender lo que es la
Fibromialgia, que me escuchan, que me hacen reír, con las que comparto gustos e
intereses afines. Total, con o sin Fibromialgia, sigo siendo la misma persona,
sigo siendo Carmen, aunque hubo gente que no lo pudo entender así. ¡Ellos
se lo pierden!! He ido conociendo
nuevas amigas que también son fibromiálgicas y con las que puedo intercambiar
lo que vivo y puedo escucharlas poniéndome en sus zapatos, porque sé de qué va esto
de vivir con la Fibromialgia a cuestas.
Pues volviendo al punto #4 hasta aquí llego. Ya me he cansado por
hoy. El decálogo lo termino cuando
llegue agosto, ¿les parece?