martes, 26 de julio de 2011

RUTINAS

Cada día de mi vida es distinto. Es la “magia” de la fibromialgia. Hace que mi vida sea impredecible. Sin embargo, aún dentro de lo sorpresivo que puede ser mi cuerpo cada día, me he obligado a establecer unas rutinas que me permitan tener una vida “normal” dentro de lo posible.

Siempre he sido una persona muy organizada. Para poder salir adelante en la vida, me he visto obligada a establecer rutinas que me permitieran maximizar mis capacidades y hacer el mejor uso del tiempo que tenía disponible. Criar tres hijos sola y que cada uno de ellos pudiese disfrutar, en lo posible, de todas las actividades en las que se involucraron, requirió de establecer rutinas, itinerarios y organizarnos lo mejor posible. Tuve la dicha de que en aquellos tiempos, la fibromialgia no me afectó tan seriamente como lo hace ahora. Eso es algo positivo. Siempre trato de ver esa parte. Hoy día, añoro poder tener esas rutinas e itinerarios tan estrictos pero ya no me es posible.

Por ser persona de rutina, me resisto a que la fibromialgia maneje mi vida. Así es que me impongo y me obligo a llevar unas rutinas “flexibles”, es decir, que siempre hago mis planes, siempre tengo tareas por hacer, me mantengo lo más activa posible, pero sin ponerme “camisas de fuerzas” que luego no pueda cumplir.

Hoy día, mis compromisos y obligaciones se siguen cumpliendo “sujetos a”. Sujetos a como me sienta, a como estén mis niveles de energía, mis sensaciones de dolor y mi ánimo. Ya no me siento mal por tener que cancelar o posponer actividades. Si se puede, se hacen y si no, pues no pasa nada. No me dejo abrumar por exigencias autoimpuestas.

He tenido que aprender a decir que no. He aprendido mucho de mí misma. He visto como, muchísimas veces, tengo “más espíritu que energía”. Quiero hacer más de lo que realmente puedo y eso es algo “muy bueno” porque significa que la fibromialgia NO mina mi ímpetu.

Cada día lo inicio tomando mis medicamentos para proteger mi estómago de lo que pueden causarle los fármacos para el dolor o los otros achaques que padezco. Espero con calma la hora que requiere el medicamento en hacer su efecto, para luego, poder desayunar. En esa hora, hago mis lecturas inspiracionales diarias. Son un buen bálsamo para mi alma y para mi cuerpo adolorido y entumecido, pues así suele despertarse. También aprovecho ese tiempo para revisar mi correo electrónico, leer la prensa internacional y pasearme por Facebook para deleitarme con los comentarios de amistades y familiares, que en muchísimas ocasiones me arrancan sonrisas o risotadas por las ocurrencias que tienen y que expresan libremente. Reviso los “posts” de los grupos de apoyo para pacientes y familiares de pacientes con Fibromialgia. Cada día hay algo nuevo sobre el tema que bien vale la pena leer.Suelo prepararme un desayuno con frutas frescas, queso, té verde y un vaso de agua que es lo primero que tomo por aquello de que alguna vez leí la importancia que tiene para el organismo. Es el momento en que me tomo los medicamentos: para el dolor, para el cansancio, etc. etc. etc. Entonces, veo algún programa interesante en lo que hago la digestión o me doy una caminata breve por unos 10 o 15 minutos. En ocasiones lo hago por los alrededores de mi casa o por el vecindario. Otras la hago en el interior. Mi esposo se ríe al verme caminando y “contando locetas”. ¡Ahhh, mi esposo, que ser tan maravilloso! Ha logrado comprender a “esta enemiga” que vive conmigo y me ayuda con sus comentarios jocosos, a tomarme la vida que llevo con humor.

Después,reviso mi agenda. Porque así es. Llevo una agenda con las tareas que debo realizar, que si ir al salón de belleza, que si a comprar alimentos, que si pasar por la farmacia o asistir a una cita médica, que si lavar la ropa, visitar a una amiga, que si leerme el libro tal, la lista de “pequeñas cosas” es larga y mantienen mi mente ocupada en distracciones que me permiten olvidarme de lo que me pueda doler. Repaso mi agenda y veo que me apetece hacer según qué día. Hay ocasiones que me quedo en casa, hago "visitas telefónicas" –sin hablar de la fibromialgia- que no es mi monotema, ni lo será jamás, hablamos de mil cosas que nos gustan tanto al que he llamado o a mí. Hay personas que he sacado de mi lista porque son negativas y para que me contaminen de malas energías, para qué llamarles. Llamo a los que me alegran la vida con sus historias. Nos reímos y nos disfrutamos el tenernos como amigos. Otras veces, me doy un buen baño –he aprendido a disfrutarme ese placer de estar bajo el chorro de agua, llena de espuma olorosa-, el untarme cremas perfumadas y ponerme lo más hermosa posible. Me brindo una gran sonrisa frente al espejo y me visto para salir a hacer la lista de cosas que me he propuesto.

Hay veces que logro completar la lista, hay otras que me canso y dejo cosas para otro momento. He aprendido a no “presionarme”. He cambiado aquel lema y ahora me digo “deja para mañana lo que no puedes hacer hoy”. Y tan contenta, me regreso a mi casa a preparar mi almuerzo o mi cena, según sea el tiempo que he estado fuera.

Ahora, cuando voy a hacer “mis cosas”,presto atención a la vida. Observo el ir y venir de la gente, el clima, la temperatura que hace, el color del cielo, los árboles florecidos. Me paseo por las góndolas de las tiendas viendo cuánta cosa se inventan para “vendernos” lo que no necesitamos. Sueño con comprarme las mil y una cosas que realmente no necesito y sigo de largo luego de cogerlo en mis manos y disfrutarme ese momento de ensoñación.

Al llegar a casa, me cambio, me pongo ropa cómoda y me tiro un rato en la cama. Entonces pienso en aquellas veces en el pasado en que tanto deseaba poder tirarme en la cama y no podía porque era un lujo. ¡Ahora puedo darme ese lujo! Así es que me tumbo y disfruto ese momento. Puede durar unos minutos u horas. No importa. Me tomo el tiempo que me pide mi cuerpo. Total, si algo bueno me ha traído esta “enemiga” es que ahora me puedo dar los placeres que tanto deseé en el pasado. Si la Fibromialgia se cree que me va a llevar a la depresión, se equivoca. Que cada cosa tiene sus dos lados, el malo y el bueno y yo, trato de sacarle el jugo al lado bueno, mientras mi cuerpo y mi energía me lo permitan. Cuando no me lo permite, pues a “pulular”, ¡que también viene bien el no hacer nada!

3 comentarios:

  1. Es increible como todos los que padecemos de esto tenemos tantos sintomas en comuniquen que el resto del mundo no entiende y uno se frustration cada vez mas, pero adelante y no nos demos por vencidos.
    Patty

    ResponderEliminar
  2. Me identifico tanto con este relato. Muchas veces yo también deseaba poder tener el tiempo para tirarme en la cama a "descansar" y el ajetreo, que en aquel entonces, era algo bien normal en mi diario vivir, no me lo permitía. Ahora tengo que hacerlo y eso me causaba (ya lo he aceptado) tanto sentimiento de impotencia. Yo una super mujer que hacía 20 cosas a la vez y seguía fresquita. Ahora, qué diferencia, soy otra, pero como dices le veo el lado positivo y he aprendido a que hago lo que se pueda, como pueda y cuando pueda. Como dice la canción de Luis Fonsi "Yo no me doy por vencida..." Adelante! Li

    ResponderEliminar